No somos el patio trasero de ningún otro pais: Colombia y su lucha por la soberanía

Desde tiempos coloniales hasta la actualidad, Colombia ha sido vista por potencias extranjeras como una pieza en el ajedrez geopolítico mundial. A menudo tratada como un "patio trasero" de intereses foráneos, la nación ha resistido intervenciones políticas, económicas y militares disfrazadas de cooperación o desarrollo. Pero la historia ha demostrado que Colombia no es, ni debe ser, una nación subordinada a los intereses de otras potencias. Es momento de analizar cómo las élites locales, la geopolítica internacional y el peso de nuestra historia han condicionado esta percepción y qué podemos hacer para reafirmar nuestra soberanía.

La doctrina Monroe y la subordinación de América Latina

"América para los americanos", proclamó Estados Unidos en el siglo XIX bajo la Doctrina Monroe, un pretexto perfecto para intervenir en los asuntos internos de América Latina bajo la excusa de evitar la influencia europea. Esta doctrina convirtió a Colombia en una pieza clave en la estrategia expansionista de EE.UU. y en un receptor de políticas impuestas desde el exterior.

Las consecuencias de esta influencia se evidencian en decisiones como la separación de Panamá en 1903, la presencia de bases militares estadounidenses y la intervención de organismos internacionales que dictan nuestras políticas económicas. El control sobre sectores estratégicos, como la energía y las telecomunicaciones, también ha sido una forma de dependencia moderna.

El papel de las élites colombianas: ¿servidores de intereses extranjeros?

El problema no radica solo en las injerencias externas, sino en el papel de las élites colombianas que han actuado como intermediarios complacientes de estos intereses. Mientras otros países han desarrollado modelos de autonomía, nuestras clases dominantes han perpetuado un sistema de dependencia económica y política.

Ejemplo de ello es la firma de tratados de libre comercio que benefician a las multinacionales mientras estrangulan la producción local, o la alineación ciega con políticas exteriores que nos convierten en un peón geopolítico más que en un actor independiente.

Bases militares y la política antidrogas: el pretexto perfecto

La presencia de bases militares extranjeras en Colombia y la llamada "cooperación antidrogas" han sido caballos de Troya para mantener una injerencia prolongada. Bajo la excusa de la lucha contra el narcotráfico, EE.UU. ha ejercido un control estratégico en el país, definiendo políticas de seguridad y financiando fuerzas armadas que en múltiples ocasiones han sido señaladas por violaciones de derechos humanos.

¿Realmente la "guerra contra las drogas" ha beneficiado a Colombia? O más bien, ¿ha servido como una estrategia para garantizar la presencia militar extranjera y mantenernos en un conflicto interno conveniente para ciertos sectores políticos y económicos?

El nuevo escenario geopolítico: la oportunidad de la multipolaridad

Hoy el mundo avanza hacia un modelo multipolar con potencias emergentes como China y Rusia, lo que representa una oportunidad para Colombia de redefinir su posición en el escenario internacional. En lugar de seguir atados a un solo bloque de poder, el país podría diversificar sus relaciones diplomáticas y comerciales, explorando acuerdos que le brinden mayor autonomía y beneficios reales para su población.

Gobiernos recientes han intentado darle un giro a la política exterior, apostando por una mayor integración latinoamericana y relaciones menos sumisas con las potencias de siempre. Sin embargo, estas iniciativas han encontrado resistencia en sectores políticos tradicionales que prefieren mantenernos atados a las cadenas de la dependencia.

Colombia no es el patio trasero de nadie

Es hora de que Colombia abandone el papel de nación subalterna y asuma con firmeza su soberanía. Esto implica una ciudadanía informada y activa que exija a sus gobernantes independencia en la toma de decisiones. También es vital fortalecer el aparato productivo nacional, reducir la dependencia económica y diversificar nuestras alianzas internacionales.

La narrativa de ser el "patio trasero" es una construcción política e histórica que ha servido a intereses específicos. Desmantelarla requiere voluntad política y social, una tarea que debe ser asumida por el pueblo colombiano en su conjunto.


Colombia no es una colonia ni una pieza en un tablero ajeno. La independencia no es solo un acto simbólico de hace 200 años, sino un proceso constante de lucha contra injerencias externas y traiciones internas. Es momento de dejar claro que no somos el patio trasero de ningún país. Nuestra historia, cultura y recursos nos convierten en un actor fundamental en América Latina, y no en una mera extensión de los intereses de potencias extranjeras.




Referencias y enlaces

    • Galeano, E. (1971). Las venas abiertas de América Latina. Siglo XXI Editores.

    • Escobar, A. (1995). Encountering Development: The Making and Unmaking of the Third World. Princeton University Press.

    • Stiglitz, J. (2002). El malestar en la globalización. Taurus.

    • Informes de la CEPAL sobre dependencia económica en América Latina

    • Documentales sobre la influencia de EE.UU. en América Latina: The War on Democracy 

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