La Indiferencia como Política: Habitantes de Calle y el Maquillaje Mediático en la Medellín de Federico Gutiérrez
La Sombra que Crece bajo los Puentes de la "Confianza"
Mientras la administración de Federico Gutiérrez inunda las redes y los medios tradicionales con un discurso de "orden, seguridad y confianza", una realidad inocultable se expande por las venas de Medellín: el aumento exponencial de la población en situación de calle. No es una percepción, es una crisis humanitaria que se vive en los separadores de las avenidas, bajo los puentes y en los parques del centro. Son los rostros de una ciudad que la oficialidad se niega a mirar de frente.
Este fenómeno, lejos de ser un simple efecto colateral del desarrollo urbano, es el síntoma más agudo de un modelo que prioriza el cemento sobre la gente y la percepción de seguridad sobre la justicia social. Como comunicador y activista de este territorio, es mi deber ético perforar el blindaje mediático y analizar con bisturí crítico lo que se esconde detrás de las cifras infladas y las "soluciones" cosméticas: una política pública deficiente, una peligrosa estigmatización y la instrumentalización de una tragedia humana con fines políticos.
Este texto no busca romantizar la habitanza en calle; busca exponer la indolencia de un sistema que, en lugar de abordarla con la complejidad que merece, la utiliza como chivo expiatorio para justificar un populismo punitivo que no resuelve nada y lo empeora todo.
Cifras que Duelen, Políticas que no Curan: La Realidad Innegable
A principios de su mandato, el propio alcalde Gutiérrez denunció un supuesto aumento del 150% en la población habitante de calle durante los cuatro años anteriores, fijando una cifra alarmante que superaba las 9.000 personas. Sin embargo, más allá del uso político del dato, la pregunta fundamental es: ¿qué ha hecho su administración para cambiar estructuralmente esta realidad?.Los informes de la Personería de Medellín confirman la tendencia al alza y las condiciones críticas de vulneración de derechos. La respuesta de la Alcaldía, hasta ahora, se ha centrado en programas que, si bien tienen valor, son insuficientes y operan bajo una lógica asistencialista y no transformadora. Se habla de "retornos humanitarios" (devolviendo a 218 personas a sus hogares en junio de 2025, por ejemplo), jornadas de aseo y alimentación, y atención básica. Son acciones que alivian el síntoma inmediato, pero no atacan la enfermedad.
La Política Pública Social para los Habitantes de la Calle (Acuerdo 024 de 2015) exige un enfoque integral que aborde la salud mental, la desintoxicación, la formación para el empleo y el acceso a vivienda. Lo que vemos hoy es un archipiélago de acciones desconectadas, sin la escala ni la profundidad necesarias para generar un cambio real en miles de proyectos de vida truncados. Es una política de contención, no de superación.
La Estrategia del Avestruz: Entre la Politización y la Estigmatización
La narrativa de la administración Gutiérrez frente a esta crisis es, por decir lo menos, peligrosa. En octubre de 2024, ante incidentes de ataques con piedras, la declaración del alcalde fue contundente: "Los derechos de los habitantes de calle no pueden estar por encima de los de los demás ciudadanos". Esta frase, que parece de sentido común, es en realidad una falacia retórica que crea una falsa equivalencia y enfrenta a la ciudadanía contra una población ya vulnerada.
No se trata de defender actos delictivos, sino de entender que la violencia no surge de la nada. Es fruto del abandono estatal, de la exclusión social y de enfermedades de salud mental y adicciones no tratadas. Al enmarcar el problema como un simple asunto de orden público, la administración desvía la atención de su propia responsabilidad y politiza el sufrimiento, presentándose como la "mano dura" que protegerá al "ciudadano de bien" del "indigente".
Esta narrativa fomenta la estigmatización. El habitante de calle deja de ser un sujeto de derechos con una historia compleja para convertirse en una amenaza, un "desechable" (como lo identifican estudios académicos de la UPB), un obstáculo para la estética de la "Medellín innovadora".
"Limpieza Social" Mediática: El Maquillaje de una Crisis Humanitaria
Aquí es donde entra en juego el aparato mediático. La cobertura de la problemática suele ser superficial y reactiva. Se visibilizan los operativos de "recuperación del espacio público" y las jornadas donde se les da un baño y ropa limpia, presentando estas acciones como la gran solución. Medios como El Colombiano han publicado artículos sobre cómo los habitantes de calle "limpian y embellecen" la ciudad para "demostrar que se quieren resocializar".Este tipo de enfoques, aunque bienintencionados en apariencia, son una forma de maquillaje mediático. Reducen un problema estructural a una anécdota de superación individual y ponen la carga de la "resocialización" en la persona, sin cuestionar por qué el sistema le falló en primer lugar. Se vende una imagen de gestión y eficiencia, ocultando la falta de centros de atención integral, la precariedad de los programas de salud mental y la ausencia de una política de vivienda inclusiva. Es manipulación informativa: se muestra la foto del árbol, pero se esconde el bosque en llamas.
Inseguridad y Microtráfico: Criminalizar a la Víctima, Absolver al Sistema
La asociación directa y simplista entre habitanza en calle, inseguridad y microtráfico es uno de los pilares del discurso de la administración. Es innegable que existe una correlación: las redes de microtráfico se aprovechan de la vulnerabilidad de esta población para el consumo y la distribución. Sin embargo, la política se enfoca en perseguir al eslabón más débil —el consumidor, el habitante de calle— y no en desmantelar las estructuras criminales que se lucran de esta tragedia.
Criminalizar a la persona en situación de calle es una estrategia doblemente efectiva para el poder: por un lado, genera una percepción de acción y control ante la ciudadanía atemorizada (aumentando la popularidad); por otro, evita la tarea compleja y costosa de combatir a las mafias y de implementar políticas de salud pública para tratar las adicciones como lo que son: una enfermedad.
Se invierte más en operativos policiales para "limpiar" zonas que en equipos psicosociales para sanar personas. El resultado es un ciclo perverso: la exclusión lleva al consumo, el consumo a la dependencia de redes criminales, y esto a una mayor estigmatización y represión, perpetuando la vida en la calle.
Conclusión: Urge una Solución Estructural, no un Titular de Prensa
Medellín no solucionará la crisis de la habitanza en calle con operativos cosméticos ni con discursos que inciten al odio. La indiferencia disfrazada de política pública y el maquillaje mediático solo profundizan las heridas de una sociedad fracturada.
Se necesita un giro de 180 grados:
- Reconocer la habitanza en calle como un problema de salud pública y de derechos humanos, no solo de seguridad.
- Invertir masivamente en centros de atención integral con enfoque en salud mental y desintoxicación, con personal capacitado y dignificando a los usuarios.
- Crear políticas de vivienda de bajo costo y empleo protegido para quienes completan procesos de resocialización.
- Combatir las estructuras del microtráfico en lugar de perseguir al consumidor enfermo.
- Promover una comunicación social que humanice y explique las causas estructurales del fenómeno, en vez de estigmatizar y desinformar.
La grandeza de una ciudad no se mide por el brillo de sus rascacielos, sino por cómo trata a sus ciudadanos más vulnerables. Hasta ahora, la Medellín de la "confianza" está reprobando el examen.
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